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Nuestra Música

Referencia Histórica

 

Los aborígenes que ocuparon el norte santafesino, provenientes de la Patagonia hace aproximadamente 6000 años, fueron cazadores y recolectores conocidos como Guaycurúes “Su llegada no debe haberse producido en un mismo momento ya que se trasladaban a pie, por lo tanto, debemos suponer que lo hicieron en oleadas sucesivas. Pese a estar identificados por la raza y por vincularse a la misma línea lingüística se fueron organizando distintos grupos por razones de adaptación a la nueva situación geográfica y tal división quedó establecida en: Payaguaés, Mbayáes, Pilagáes, Tobas, Abipones y Mocovíes” (Prof. Dante Ruggeroni).

Las danzas guaycurúes se acompañaban con un instrumento consistente en una tacuara, de la que colgaban uñas de ñandú y pezuñitas de guazuncho. Formaban una rueda alrededor de la tacuara a la que todas tomaban y giraban levantándola y golpeándola acompasadamente para obtener un rasguido armonioso y  cantos.

Para los grupos aborígenes el canto era muy importante y muchas veces lo hacían a capela. En el caso que se acompañaran  con instrumentos musicales, los más comunes eran: el Cataquí o bombo de alfarería y parche de chivo o guazuncho con agua en su interior, el violín hecho con una lata y cuerdas de cerda de caballo.

El arco con cuerda consistía en dos pequeños arcos entrelazados con una cuerda de cerda de caballo que era mojada con saliva, se apoyaba el extremo de uno de los arcos en la boca que le sirve de caja de resonancia y con el otro arco se frota el primero, lográndose un sonido agudo. La trompa era un pequeño instrumento metálico hecho de alambre. Para interpretarlo se la colocaban en la boca apenas sobre el labio inferior, también en este caso la boca servía de caja de resonancia, con el dedo pulsaban una cuerda y con los movimientos del labio superior le daban los distintos tonos. Este instrumento sonaba muy despacio pero la interpretación del mismo estaba destinada para el cortejo de la mujer amada.

 

Las piezas musicales eran propiedad de quien las interpreta y para cada ocasión se creaba la melodía. El canto ocupaba un lugar preponderante en las manifestaciones espirituales, tan importante era que constituyó el elemento fundamental del que se valía el Chaman para curar a sus enfermos, a través del canto a los espíritus, por ello a mejor voz, mejor Chaman.

Los Abipones, muy belicosos, sin embargo eran muy aficionados a la música, al baile y a las escenas teatrales que tenían lugar especialmente en el nacimiento del hijo del Cacique o dedicadas a la constelación de las Pléyades. Cuando esta constelación desaparecía de su vista, decían que estaba enferma y cuando en el mes de mayo reaparecía, se alegraban de que hubiera recobrado la salud y entonces cantaban al son de arcos, flautas de caña y hueso y tambores.       

   

En los entierros el canto estaba  presente, “dirigido por una anciana de la tribu que lleva en su mano una vara adornada con cascabeles, que le servía de batuta, entonaba un canto triste y le seguían todos los demás con pausas y gritos desacompasados.

 

“De este modo manifestaban su alegría o “estupidez”, y llenaban el lugar con sus voces. Al día siguiente todos corrían a buscar la miel con la que preparaban una bebida. Tan pronto como estaba lista, de todas partes se reunían en público, testimonio de gran alegría a la caída del sol.

 

Los abipones casados pasan la noche sentados en el suelo, sobre una piel de tigre, bebiendo. Las mujeres circunstantes, cantando con voz ululante, y el grupo restante de los célibes riendo y aplaudiendo, mientras brillan teas aquí y allá para calentarse. Alguna hechicera maestra de ceremonias, dirige a intervalos la danza. Da vuelta en la mano, como un juguete, una calabaza llena de semillas muy duras para dirigir a los músicos; y a la par salta en el mismo lugar alternando el pie derecho con el izquierdo… los espectadores circunstantes aplauden vociferando, acercando la mano a los labios…” (Martín Dobrizhoffer S.J. - 1784)

Chamamé 

 

La música de los grupos folklóricos está representada especialmente por el chamamé en todas sus variantes. El tradicional, conocido también como “maceta” y fundamentalmente el “romántico”, con acordes e instrumentos innovadores y tonos musicales mayores. Se dice que la Provincia de Santa Fe no tiene música propia, pues la fuerte  influencia correntina con el chamamé y la de Entre Ríos con la chamarrita (danza originaria de las Islas Azores), hacen que no tenga una música definida sino un mix de ambas. También hay  registro  de numerosos poetas, escritores y músicos del pasado y la actualidad, que dejan testimonio de la producción local en letras y música de este estilo de origen guaraní, cuya influencia  en el Norte de Santa Fe  es omnipresente.

“Cumbia santafesina”

 

Otra corriente musical muy popular en la zona es la denominada “Cumbia santafesina”, que utiliza la forma musical del 4x4, lo que la convierte en más cadenciosa, “abolerada” y dulce que otras versiones del estilo tropical, lo que la distingue y genera numerosa adhesión popular.

 

 

 

 

 

(Prof. Eduardo José Blanco, músico)

*Los Palmeras y la Orquesta Filarmónica de Santa Fe.

Referencias Contemporáneas

 

 Fines del Siglo XIX y  principios del Siglo XX

 

Se puede reconocer una primera manifestación musical académica en nuestra ciudad si mencionamos a la Banda de Música de la Sociedad Austro – Húngara.

 

En 1903 se forma la Sociedad Centro Musical Reconquista, una orquesta para animar tertulias, actos  y  veladas que luego se une con otra y constituyen  el Círculo Orquestal que se desempeñó hasta entrado el año 1950, con la dirección de Don José Gamba.

Sus músicos eran reconocidos miembros de la comunidad como Patricio Diez  (violín) el Padre Lovatto (clarinete) Manuel Roselli piano, órgano, violín), Amparo Benítez (piano). Se ubica también en este grupo a Don Dionisio Cantero, Don Pedro Tahuenca y el Señor Spaggiari.

 

Luego se forma la Banda Municipal de la Ciudad de Reconquista. Uno de sus directores fue el  señor Gatti, acompañado por los músicos  Mai, Zanone y otros…

 

Fuente: Profesor Pablo Alcides Pila

 

Servando Casco, el  violinista  - Año 1930

 

“En el Censo de la Tribus Indígenas levantado por el padre misionero Fray Antonio Rossi en noviembre de 1879 figura Servando Casco con un año de edad, hijo de Juan y Manuela, correspondientes a la Primera Compañía procedente de El Sauce, entre un total de 136 Lanceros del Sauce. Es de suponer que Servando aprendió a ejecutar el “Violín Toba” – así se le llama en el Chaco- entre los suyos, con el instrumento aborigen que ellos construían, fabricado con un trozo de madera ahuecada y labrada u una sola cuerda, que según se dice, proviene de tripa de “aguará popé” o de gato onza. Pero luego llegó a sus manos un violín común.

Don Eduardo Moreno, virtuoso violinista y compositor recordaba que con frecuencia se acercaba a la vivienda de Casco, su amigo, provisto de su instrumento, e invitándole a  ejecutar juntos, le impartía indicaciones que Servando acataba con entusiasmo procurando reproducir con muy sentido auditivo.

Vivía en la zona noroeste de Reconquista en un quincho de pajas, medio oculto entre aromos, talas y tunales. Falleció en la década de los 50. Su música que él solo comprendía y sabía interpretar son su alma de músico aborigen, no figura en ningún tratado ni partitura del maravilloso arte.”

 

Fuente: Recordando – Julio Manuel Lupis -1997

Vida del músico José Antonio Gamba


Nacido en Goya, que llega a Reconquista en 1916, cultor de la música, fundador del Conservatorio Musical Argentino al que dedicó casi toda su vida. A él asistió un elevado número de alumnos afectos a la música y el piano. Fue fundador asimismo y director del Círculo Orquestal, conjunto al que integro a los señores Eduardo Moreno, Enrique Pfall, Eduardo Monasterio, Reverendo Padre Lovato, Ireneo Cracogna entre otros; grupo musical que tuvo su origen apenas llegado el profesor Gamba a Reconquista, Don José Gamba es autor de la música del "Himno a Reconquista", "Himno  a los graduados" de la escuela Juan B Alberdi, "Himno al algodón" del que es autor de la letra el poeta Samuel Cernadas.

Orquesta Splendid

La orquesta Splendid. Su repertorio incluía tangos, fox-trox, jazz y otros géneros. Se fundó en 1938 bajo la dirección del maestro de banda Antonio Gatti. Algunos de los músicos  que la integraron fueron: Julio Pratto, bandoneón; Arnaldo Pratto (Pochocho), piano; Pocho Marti, bandoneón; Conrado Gahn, contrabajo; Aldo Ausol, piano; Roman Nagger, banjo; Alfredo Nagger, violín;  Antonio Barbatto, batería; Argentino Romero, bandoneón; Roberto Romero, bandoneón; Alfredo Prez, saxo; Salvador D'Oña, violín; Eduardo D'Oña (Chinchín), cantor; Aroldo Martínez (Quito), cantor; Washington Arraga, bandoneón; Juan Carlos Martínez, bandoneón.
La Splendid actuaba en los distintos clubes de la ciudad: Centro Recreativo de Artesanos, Tenis Club, Racing Club y Central. Esta orquesta dejó de actuar en la década del 60'.

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