Leyendas y Creencias del Norte Santafesino
La Leyenda del Ceibo
Cuentan que existía una joven originaria llamada Anahí, que vivía a las orillas del Paraná, y a diferencia de otras leyendas típicas, a ella no se la conocía por ser bella, sino todo lo contrario, era fea. Pero su don estaba en la música, pues cuentan que por las tardes sabía deleitar con su voz a la gente del lugar, que se reunía para escuchar las alabanzas a sus dioses y también expresar su amor por la tierra.
No obstante, llegaron los invasores, una bravucones españoles, arrasando con su tierra y su tradición, llevándose cautiva gente para esclavizar siendo Anahí una de las cautivas.
Fue mucha su tristeza, tanta que dicen que se oía su llanto por las noches hasta muchas leguas, pues era tan libre como un ave, que ahora no podía cantar, su voz se había apagado de tanta nostalgia y penuria.
Pasaba horas, planeando como escapar, hasta que una noche, cuando el guardia fue vencido por el cansancio y sueño, Anahí intentó escapar, pero el centinela despertó justo cuando lo estaba logrando, y quizó detenerla, mas no lo logro, la joven, con su espíritu salvaje y rebelde, ahogada en su estado prisionero, le clavó un puñal en el pecho y escapó a la selva.
Los gritos del centinela, lograron percatar a los demás carceleros que algo estaba sucediendo y al ver que faltaba Anahí, salieron a buscarla, tal, como quién sale a cazar un animal. Eran tantos y con armas, que lograron alcanzarla, llevarla por la fuerza y condenarla a la hoguera.
La sorpresa invadió a aquellos invasores, pues cuando prendieron el fuego, las llamas que con lentitud llegaban a la doncella, que sufría en silencio y mirando hacia un costado, iban formando en Anahí un inmenso árbol.
El asombro fué mayor al amanecer del día siguiente, con los primeros rayos del sol, los conquistadores, vieron las flores rojas aterciopaladas en aquel árbol verde resplandeciente, dejando así la señal eterna de la lucha de un pueblo que se mantuvo firme ante la adversidad… y así nació la leyenda del ceibo!

La Leyenda del Sauce Llorón
Isapí era una joven india muy hermosa, hija del jefe de la tribu. Su belleza sólo podía compararse con la dureza de su corazón. No amaba ni compadecía a nadie. La llamaban “la que nunca lloró”, porque jamás rodó una lágrima de sus profundos ojos negros.
Cierta vez, una crecida del río Uruguay inundó todo, arrancó las viviendas y se llevó para siempre a mucha gente de su tribu, pero Isapí no lloró. Todos empezaron a pensar que ella era la causa de tantas desgracias, y una hechicera dijo que sólo las lágrimas de Isapí calmarían a los dioses.
Muchas otras desgracias ocurrieron. La tribu quedó reducida a unas pocas mujeres y a un puñado de combatientes. Se refugiaron todos en las selvas. Estaba con ellos Isapí, pero en sus ojos no brillaba ni una lágrima.
Fue entonces cuando la hechicera invocó al señor de los maleficios y le contó lo sucedido.
Él mandó llamar a Isapí, inmediatamente los guardianes la llevaron al palacio. Ella no sabía por qué la habían llamado y le dijo al señor: - ¿Por qué estoy aquí?
Él le dijo: - Porque quiero hablar contigo de tus sentimientos- y le dio una poción para poder llorar.
El señor le dijo: - Pero te convertirás en un árbol.
Ella tomó la poción y empezó a no oír nada de lo que estaban hablando.
Empezó a meter los pies en la tierra y su cabello comenzó a convertirse en ramas de las que colgaban hojas.
Isapí poco a poco se fue convirtiendo en un árbol.

La Leyenda de Crespín
Hasta hoy en día, casi a toda hora pero especialmente desde el atardecer en adelante, quien recorra las márgenes de arroyos y ríos se sentirá impresionado por el grito lastimero de una avecilla que no puede ubicar porque cambia continuamente de lugar. El grito o canto muy penetrante se compone de dos notas agudas equivalentes a un llamado, que suena como: Crespín…
Es un ave pequeña, de plumaje ceniciento, cuyo grito se repite con un intervalo de un minuto más o menos. Su nidito es muy difícil de hallar.
La leyenda del Crespín es una curiosa tradición que nos revela su origen y el del quejumbroso y triste llamado que el nativo creyó escuchar en su voz:
En épocas remotas vivía en algún lugar de la selva una mujer cuya pasión era la danza. Le resultaba difícil sustraerse al embrujo de la música. Su marido, “Crespín”, cayó enfermo de un mal incurable estando bajo su cuidado.
Una noche, ni la agonía de su compañero pudo detenerla. Confundida con los rumores de la selva cercana llegaba hasta ella una armonía e iba turbando su voluntad y su imaginación.
Ya ni miraba al moribundo cuyo rostro apenas se distinguía entre las sombras. El mundo y la vida comenzaban a ser para ella la música, solo la música, que vibrando en el silencio y la placidez nocturna parecía llamarla. No pudo dominarse y huyó frenética hacia el baile.
En divertida fiesta pasó la noche, bailando al compás de chacareras, gatos y zambas; en tanto allá en la choza, la muerte extendía el silencio sobre Crespín.
Regresó al amanecer y lo encontró muerto. La desesperación y el remordimiento se apoderaron de ella. Y tanto lloró la muerte del amado, tanto gimió su nombre que se fue consumiendo poco a poco, sin consuelo, en la soledad y el encierro de su rancho. En sus labios se hizo delirante el nombre del ausente, Crespín, Crespín…
Una noche un extraño impulso la empujó hacia el bosque y se internó en la espesa maraña; ya inconsciente, llegó a ser piel y huesos. Allí, en el olvido, se consumió hasta convertirse en un pájaro gris, pequeño y quejumbroso, que para siempre gime, en lo más intrincado de la selva, el nombre de Crespín…

(Julio Manuel Lupis- Recordando- Año 1997)
Irupé: Flor de leyendas
Su nombre es netamente guaraní y su traducción en cuanto a la primera voz, “Y”, es agua, y “rupé” significa plato, plato en el agua o planta en el agua, pueden emplearse ambas formas.
Los viajeros lo contemplan asombrados. El perfume de las flores es suave y dulzón. Flotan en el agua para después esconderse otra vez debajo del líquido…
Se afirma que fue el sabio francés Amado Goujan Bonnpland quien bautizó en botánica con el nombre de Victoria Regina a la especie conocida como irupé. Este famoso médico naturalista estableció con mucha exactitud los caracteres y propiedades de la planta. Su nombre evoca a la Reina de Inglaterra. Bonnpland recorrió junto a Alejandro Humboldt, otro sabio, varias partes de América, clasificando seis mil plantas desconocidas hasta entonces, determinando sus propiedades medicinales.
Existen varias leyendas relacionadas con esta bella especie de la flora autóctona.
“Morotí y Pitá se amaban; él era el más esforzado de los guerreros y ella la más hermosa de las doncellas. Pero no estaba en los designios de Ñande Yará, uno de sus dioses, que fueran felices.
Una tarde en que varios guerreros y doncellas se paseaban por las orillas del Paraná, Morotí se sacó uno de sus brazaletes, lo arrojó al agua, y volviéndose hacia Pitá le díjo: “Lo quiero”. El esforzado Pitá, excelente nadador, se zambulló en busca del brazalete. Y esperaron inútilmente que apareciera.
La desolación corrió por la tribu. Morotí acongojada, ni siquiera lloraba.
El hechicero de la tribu explicó lo que ocurría. Dijo: ¡Pitá ahora es prisionero de Icuña Payé” (hechicero de las aguas)…! Tú eres la única, Morotí, que puedes rescatarlo”. Morotí se arrojó al río. Toda la noche esperó la tribu la aparición de ambos jóvenes .Con los primeros rayos de la aurora vieron flotar sobre las aguas las hojas de una planta desconocida: era el Irupé. Exhaló un suspiro la flor bella y se volvió a sumergir entre las aguas… Dijo el hechicero: “Pitá ha ido rescatado por Morotí” “¡Alegrémonos!” “En esa flor que acaba de aparecer, yo he visto a Morotí en los pétalos blancos que abrazaban en un rapto de amor los pétalos rojos; estos representan a Pitá. El amor humano ha vencido.”
(Fuente: Leyendas Guaraníes de Ernesto Morales)
Leyenda del Lobisón
Personaje de leyenda que se manifiesta con distintas variantes según la zona. Por lo general se dice que el séptimo hijo varón de una familia se transforma en perro-lobo con cabeza de cerdo y sale siempre al anochecer, especialmente cuando hay luna llena. Esta leyenda llegó a nuestro país a través de los portugueses. Son innumerables las historias que cuentan la aparición del lobisón. Fueron llevadas a la radiofonía cuando se emitían radionovelas y eran muy escuchadas en toda la región.

La Maldición del Arroyo El Rey
En 1872 el Gral. Obligado adelantó las fronteras del norte hasta situarlas en el límite natural del Arroyo “El Rey” y los aborígenes debieron batirse en retirada. La opción era luchar y morir frente a las armas de los soldados de caballería, o refugiarse en las selvas del norte de la provincia.
Dicen que las aguas del arroyo estaban en creciente y que en la desesperada huída, muchos indígenas perecieron ahogados. El cacique o el hechicero de la tribu (la leyenda no lo aclara) maldijo por ello las aguas del arroyo, convocando fuerzas nefastas para que, cerniéndose sobre “El Rey”, se transformen también en muerte para los blancos. Como el arroyo, serpenteante y con profundos remansos y pozos, arrastrara a la muerte por inmersión en incontables oportunidades a bañistas y trabajadores, muchas personas hasta nuestros días atribuyeron y atribuyen los accidentes a la maldición que pesa sobre él. Su cauce agotado y contaminado, tal como se ofrece en la actualidad, encuentra la misma vía de explicación.
Creencias Populares
El fuerte caudal migratorio llegado a nuestra zona de la provincia de Corrientes trajo consigo vocablos y giros guaraníes o un derivado de él, conocido como ‘abañeé’ o llamada vulgarmente ‘lengua de tape’. Por otra parte están las creencias relatadas que pueden ocasionar : buena o mala suerte, recibimiento de regalos, visitas, amores, dinero, trabajo, amuletos, buenos o malos augurios, solterías , peleas, cortar una tormenta, el alejamiento de dolores corporales, las confesiones de infidelidades, celos , abandonos, muertes o la supuesta cercanía del diablo. Así:
“… no hay que silbar por la noche porque puede responder el diablo; no se casará la persona a quien al barrer, le pasaron la escoba sobre los pies; la luna llena cuando nace roja anuncia sequía; el 1 de agosto se debe tomar caña con ruda para alejar las enfermedades; un gato negro cruzado en el camino trae desgracias; la pluma del caburé es un poderoso amuleto que ayuda a los enamorados y los jugadores; para que a un niño le salgan los dientes parejos y fuertes, hay que colgarle al cuello un colmillo de perro con una cinta roja”.
Pila también se refiere a las “creencias” en “curanderos” que gracias a sus “atributos especiales” pueden curar: el empacho, el ojeo, el fuego de San Antonio, la pata de cabra, las verrugas, orzuelos, resfríos de sol, parásitos, afección de nervios y tendones. Además, les es posible confeccionar un payé, amuleto que sirve para enamorar, curar una enfermedad o hacer un daño.
El concepto de “religiosidad popular” describe el fuerte vínculo entre el pueblo y sus creencias y mitos.
El Culto al Gaucho Antonio Gil
A través del proceso de canonización popular, el “Gauchito Gil” es uno de los santos de mayor gravitación en la provincia guaraní. Su figura milagrosa comienza a arraigarse en 1890. La creencia en la cruz de Gil se convierte en una expresión permanente del sentimiento del pueblo correntino, pero en el norte de Santa Fe tiene miles de fieles seguidores que instalan santuarios en diversos lugares sobre rutas, descampados y dentro de la ciudad para rendirle culto. También es costumbre la peregrinación hasta su santuario ubicado sobre la ruta Provincial N º 132 entre las ciudades de Goya y Mercedes en la Provincia de Corrientes.
La Tumba del Gitano

En el año 1923, la muerte prematura de un gitano llamado Fardi, muy apreciado por su buen carácter y recién desposado, llamó la atención de los vecinos. Fue enterrado en sentido inverso a las demás sepulturas y plantaron un naranjo, como símbolo de vida y estuvo muchos años en el lugar. Los familiares erigieron una pequeña construcción para recordarlo, que existe hasta hoy. Desde entonces la pintaron de rojo hasta que un día dejaron de visitarla. Era la única tumba roja en el Cementerio Municipal de Reconquista que contrastaba con la blancura del resto. Con el tiempo, seguramente alguien encomendó a la memoria de Fardi alguna solicitud personal, que, habiéndose cumplido, permitió la difusión del milagro de su intersección ante Dios. Los lugareños encontraron un santón a quien encomendarse ante las dificultades. Uno que había cumplido con los pasos del culto popular: había muerto muy joven, cuando mucho se podía esperar de él, en una situación inesperada y trágica, dejando a su paso una estela de simpatía y bonanza. Desde entonces y en forma creciente, muchas personas necesitadas de alguna gracia se acercaban a la tumba a solicitarla. Una vez lograda, retornaban a la tumba y depositaban en ella elementos de valor significativo y simbólico: cintas rojas (cada nudo que se hace en ellas corresponde a una promesa), monedas, medallas, cuadernos escolares, ramos, plantas y cirios de colores. La extracción socio-económica de los prometeros es variada y la concurrencia aumenta el Día de los Files Difuntos. Por disposiciones municipales quitaron el naranjo y pintaron de blanco la tumba. El nombre de Fardi continúa mencionándose con respeto y devoción, y siempre alguien enciende una lumbre en su memoria o lo invoca en su desventura o en su esperanza.
La Leyenda del Tordo: El pájaro sin nido
El tordo es un pájaro que posee un plumaje negro, y es protagonista de unaleyenda argentina que narra la forma en que el ave tomó su color. Otras versiones van más lejos y cuentan el por qué el pájaro no aprendió a construir su propio nido y deja sus huevos en otros, incluso muchas veces otros pájaros terminan adoptando a sus crías porque los huevos, de muchos colores, no se distinguen fácilmente.
La leyenda habla que al disputar la superioridad del mundo, gavilanes y halcones hicieron una lucha a muerte contra los chimangos, jotes, tordos y cuervos, que estaban comandados por el carancho. Gracias a la ayuda de éste último, venció el primer grupo. El tordo estaba en su casa, a la que prendieron fuego por todos los costados. Se dice que estuvo cerca de la muerte pero que desde este momento tomó su color negro.
La parte que cuenta por qué pone huevos en otros nidos.
Parte de la leyenda argentina que narra la vida del tordo, dice que la vizcacha hizo una fiesta justo el día en que iban a enseñar cómo construir los nidos. La mayoría de pájaros dijeron que no podían ir, pero el tordo, su esposa y la lechuza sí acudieron. Allá estaban ranas y grillos comiendo y bebiendo. Se prolongó la fiesta pero cuando el tordo y su esposa regresaron los demás pájaros ya tenían sus nidos listos con ramas, pajas y hojas.
Desde aquél momento no le importó mucho al tordo su nido, y por eso pone los huevos en los nidos de los otros pájaros. La calandria, el pecho amarillo, sin embargo, son de los pocos que reconocen los huevos del tordo, y, a diferencia de los demás que pueden incluso criar a sus pichones, éstos los expulsan de sus nidos. Varias coplas también ilustran de forma llamativa toda esta leyenda argentina, la leyenda del tordo.
La Cruz de Francisco López en Puerto Reconquista
A principios del siglo XX, una barcaza que provenía de Corrientes depositó en el puerto a un muchacho que venía mal herido de esa provincia por causa de las luchas políticas. Un lugareño lo cobijó en su rancho pero finalmente murió. Antes de morir, Francisco López le contó que no había conocido a sus padres ni familiares, que había crecido sin cariño ni alegría y que había soportado muchas penurias, por lo que pidió que nunca se lo recordara con llantos ni penas, que no hubiera lamentos en su tumba y sí, en cambio, se lo evocara con fiestas, bailes y juegos. Al poco tiempo, quien lo cuidara se apareció con la cruz afirmando que había “crecido”, en un milagro del muerto para llamar la atención. Esto fue atendido por los pobladores que la depositaron en un rancho y la llenaron de flores y cintas y le rindieron culto con bailes y música. Comenzaron las velaciones, procesiones y ofrendas para mantener el lugar. Así comenzaron a convertirse en devotos de la cruz y a encomendarle “mandas” - ¡Buen día, si Dios quiere y la cruz de Francisco López! llegó a ser el saludo cotidiano, no solamente en el puerto sino en varios barrios de Reconquista. El paso del tiempo fue diluyendo el mito de la Cruz de Francisco López. La última procesión se vio en el año 1960. Dicen que la cruz aún se conserva en poder de una familia que decidió sacarla de las calles y venerarla en silencio.
Culto a San La Muerte
Los españoles con la conquista trajeron esta iconografía a territorio americano y prendió su culto en México, donde se le rinde culto y devoción. En América del Sur se extiende por la República del Paraguay, sur de Brasil, y en la Argentina, con gran difusión en Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones y el norte de Santa Fe. Algunos historiadores confirman su veneración en Entre Ríos y Buenos Aires. Se le pide progreso en los negocios, salvación de la vida en enfrentamientos armados, protección contra envidias, daños y malas intenciones, lo invocan como tutela quienes tienen oficios peligrosos y trabajos nocturnos. Sólo se le pide lo que resulta difícil o imposible de conseguir. Se representa en una pequeña talla de madera, metal o hueso humano y debe ser bendecida, porque sin este requisito carece de eficacia; se lo lleva siempre consigo. Se celebra el viernes santo o el 20 de Agosto, en casas de familias ante un altar con invocaciones en lenguaje popular alternados con rezos cristianos; en esos días se realizan reuniones de peticiones y agradecimientos con bailes y comidas. Existen referencias de numerosas personas poseedoras de tallas en Reconquista, que fueron pasando de generación en generación y aún subsisten…
(Algunos mitos, creencias y devociones populares en nuestro norte santafesino Pablo Alcides Pila – Ediciones “La Calandria” – Año 2005)
La palabra Mate
Los guaraníes llaman Caaigúaa a la calabaza o recipiente que se usa para tomar mate. Los quechuas la llamaban "mati", y es esta palabra quechua la que los españoles adoptan para llamar tanto al recipiente como a la infusión que se prepara con yerba. (Posiblemente porque la palabra mate les resultara más fácil de pronunciar.) (J. J. Palliére (1823-1887)

Historia de la Yerba Mate
Leyenda
La aparición y el posterior consumo de yerba mate se remontan a leyendas de la época en que los nativos vivían en tribus, sin contacto alguno con otras civilizaciones. Una de las leyendas más conocidas es la de Caá Yar y Caá Yarí.
“Hace mucho tiempo, una tribu nómada decidió dejar la región que habitaba desde antaño. Sin embargo, un anciano no se sintió con la energía suficiente para seguir a su gente. Entonces la tribu dejó a Yar, tal era el nombre del anciano, en la compañía de su hija Yarí, que se negó a abandonarlo. El anciano construyó un refugio primitivo con sus propias manos, y ambos continuaron con su acostumbrado modo de vida en medio de ese entorno salvaje y primigenio. Un día, al anochecer, apareció un extraño ser. El color de su piel era raro y también su vestimenta, en relación a lo que estaban acostumbrados. A pesar de ello, padre e hija lo trataron con deferencia, ofreciéndole su hospitalidad desinteresada y los mejores alimentos que tenían en su humilde morada. Ocurrió que el extraño ser había sido enviado por Tup, el dios bueno, que quería conferirles un presente milagroso y permanente. El poder mágico del presente permitiría contar siempre con los medios para recibir y atender a sus visitantes; así como también les ayudaría mitigar el largo período de aislamiento. Así hizo que una nueva planta creciera en la selva, y luego les enseñó a preparar una bebida tónica y estimulante que pasaría a ser, con el tiempo, un símbolo de bienvenida para los huéspedes de la casa. Ungió a la bella Yarí como diosa protectora (Caa Yarí) y a su anciano padre, como su custodio. Los dulces cuidados y la protección constante prodigados a las plantas, lograron que las plantaciones de yerba mate se multiplicaran en forma infinita. Y así es como encontramos una especie de simbiosis en esta bebida: la mujer joven y bella, y el anciano habilidoso revelaron, siendo dioses, la misma actitud que, por obra de sus corazones generosos, habían tenido siendo simples mortales. De esta manera, a partir de la naturaleza misma, con la fuerza de sus elementos más puros y del corazón de las plantaciones de yerba mate, los dioses nos protegen...
Los indígenas guaraníes tomaban la infusión de hojas del Caá en un poro o vasija de barro sin bombilla, colándola entre los dientes y escurriendo las hojitas que les quedaban en la boca, o absorbían la infusión fría por medio de cañitas huecas.
Durante las largas caminatas por la selva los nativos solían inclusive masticar la yerba, costumbre que con el tiempo desapareció. La recolección y el acarreo de la yerba desde la selva era un trabajo durísimo para los indios, que debían cargar un peso muy grande atravesando regiones pantanosas.
Los españoles llegados a tierra guaraní aprendieron a tomar mate con los naturales, y lo llamaron “Hierbas del Paraguay”, sin saber que las hojas provenían de un árbol que crecía en la selva.
A fines del siglo XVI llegaron los primeros jesuitas para hacerse cargo de la evangelización de los indígenas. Al principio los jesuitas consideraron al mate una bebida peligrosa, tanto, que inclusive llevan el caso a tribunales de la Santa Inquisición de Lima en 1610.
Sin embargo, más tarde la yerba es aceptada, e incluso su uso es alentado como gran solución al problema de la embriaguez en las reducciones.
La yerba mate pasa a ser la principal fuente de ingreso de los jesuitas, que -una vez obtenido el permiso para comercializar el producto en 1645- comienzan a cultivarlo a fines del siglo XVII en las cercanías de las reducciones. De esta manera tienen sus “yerbales hortenses” y con qué pagar a su Católico Monarca el justo tributo.
A mediados del siglo XVIII el mate va imponiéndose en todas las clases sociales, si bien cada grupo cuida su propia modalidad.
Cuando el mate se comienza a tomar en las casas de Buenos Aires, cada familia tiene una cebadora de mate y a veces hasta tienen dos, una para el mate dulce y otra para el amargo.
Cuando Carlos III, por medio de una Real Cédula de 1767, dicta la expulsión de los jesuitas, los pueblos creados por ellos fueron lentamente abandonados.
Los cultivos se perdieron y la yerba nuevamente es recolectada por los nativos en la selva, donde crece espontáneamente. La venta de la yerba se había convertido en un negocio floreciente.
A principio del siglo XX las primeras plantaciones racionales se hacen en San Ignacio, el antiguo asentamiento de los jesuitas.
El compartir el mate es uno de los símbolos sudamericanos de comunicación. Hay gente que ha adquirido el "arte de cebar mate" y cada uno le introduce ciertas variantes propias de su gusto particular. A ese modo de cebar se le han adjudicado significados diversos, por demás simpáticos:
Mate amargo: simboliza la fuerza, el valor y la vida.
Mate dulce y espumoso: significa amistad, cariño
Mate muy dulce: Cebado por una mujer a un hombre, es muestra de amor, y de interés en llegar al casamiento.
Mate muy dulce y caliente: Cebado por una mujer a un hombre, es muestra de amor ardiente, pasión
Mate lavado: Demuestra desprecio.
Mate con el aditivo de canela: Envía el mensaje de interés por el otro "Pienso en vos".
Mate con cáscara de naranja: Significa "Te esperaré".
Mate largo: Indica desinterés o despreocupación por la persona a quien se le ceba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Otros términos usados: a) Cimarrón: Mate amargo b) Largo: mate con muy poca yerba. c) Ensillado: Mate preparado y listo para cebar. d) "No te vayas rengo": No tomar un sólo mate al pasar por algún lugar. Por lo menos saborear dos.
El mate cocido
Otra de las infusiones propias de la zona rioplatense es el mate cocido. Se prepara en una lechera con 1 1/2 litros de agua y unos 50 g. de yerba mate. Se coloca al fuego hasta hervir. Luego se lo cuela y se puede tomar caliente o frío, endulzado con azúcar, y también puede servirse acompañado con leche (mate cocido con leche).
El té de los jesuitas
En las primeras décadas del Siglo XVII, en competencia con el té que comercializaban los ingleses, comenzó a difundirse en Europa a partir de España, la infusión que llegaba de América, y que se preparaba a partir de hojas picadas enviadas por los Jesuitas de las Misiones Guaraníticas y que era conocido en el viejo mundo como el "Té de los Jesuitas", que no era otra cosa que este mate cocido que tomamos en los pueblos del Sud. Con la expulsión de los Jesuitas en 1767 de estas tierras rioplatenses, perdió auge este intercambio económico-cultural
El mate de leche
Hay gente y especialmente los chicos, que toman el mate reemplazando el agua por leche, generalmente dulce.